sábado, 15 de noviembre de 2014

NAVIDAD


Entramos en un tiempo mágico, de añoranzas y recuerdos, de alegrías y tristezas. Aquellos que tenemos la suerte de tener una familia amplia, se nos acumula la nostalgia de momentos auténticamente felices e irrepetibles. Tengo dibujadas en mi memoria, escenas casi teatrales, de representaciones fantasiosas, pero reales, quizás adornadas o agrandadas por la mente de un niño, pero que me ha ayudado a conservarlas a lo largo del tiempo. Conservar los recuerdos, es vivir dos veces, y yo, disfruto con ellos. En mis recuerdos, vuelven a vivir personas que lo han sido todo en mi vida, decía alguien, que el recuerdo es vecino del remordimiento, y a lo mejor es así, remordimientos de no haber disfrutado más de ellos, de su sabiduría, de su bondad, de su franciscana paciencia, remordimientos de mi rebeldía. Pero no quiero caer en la nostalgia, ni en la melancolía, quiero que sea tiempo de alegría, alegría en la remembranza de tiempos pretéritos que no volverán, pero que, cada vez que se acerca la Navidad, parece que , solo parece, por desgracia, que puedo volver a saborearlos.




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